El negocio de la música tuvo un pico en 1999 y, desde entonces, ha pasado un camino bastante accidentado. Sin embargo, esto parece haberse detenido en una industria musical que cada vez se va digitalizando más por medio de nuevas aplicaciones, dispositivos y servicios.
Las ventas de música durante la primera mitad del año aumentaron 8.4%, con una cantidad de $3,400 millones de dólares. Esto representa el mejor período de la industria desde los tiempos del CD (Compact Disc).
Este boom se debe al éxito y crecimiento de los servicios de suscripción pagados. Este año, se están contando los números de Apple Music (el año pasado no existía) y sus 17 millones de suscriptores a nivel mundial. Spotify también ha crecido, incluso en un ritmo mayor al de Apple, alcanzando 40 millones de usuarios pagados.
A la baja están las ventas digitales como iTunes, cayendo 17%. Las ventas de CD pronto serán una acotación al margen: ahora representan solo el 20% de las ventas en los Estados Unidos.
Sin embargo, no todo es alegría en la industria musical. Algunos ejecutivos han presionado a Google y a Spotify para eliminar las opciones gratuitas de su servicio. En este modelo sustentado por publicidad, los usuarios no pagan por la música, pero tienen funciones restringidas.
Distinto es el caso de YouTube, que sigue siendo la principal causa de dolores de cabeza para la industria: recientemente se hizo disponible en México YouTube Red, un servicio de suscripción que te da acceso a todo el catálogo en la plataforma, sin anuncios.
Además, los usuarios en móvil pueden utilizar el servicio para correr YouTube Music, que elimina los videos y ofrece una experiencia comparable a la competencia. Sin embargo, no permite guardar canciones o videos para modo sin conexión.
Por otra parte, las disqueras han buscado eliminar los lanzamientos exclusivos; esto es, cuando el nuevo material de un artista se ofrece únicamente en alguna plataforma, generalmente por un período de tiempo.
De acuerdo a los ejecutivos, estas prácticas dañan al consumidor final, pues implica tener que pagar otro servicio para obtener acceso a la música de su artista favorito.
Otros casos, como Adele o Taylor Swift, han sido más categóricas en su rechazo de los servicios de streaming. La primera no hizo disponible su disco 25 hasta mucho después de su lanzamiento oficial, mientras que el ‘1989’ de Swift permanece una exclusiva de Apple Music.
Al margen queda Tidal, el servicio que adquirió Jay Z y que, a pesar de exclusivas como el álbum ‘Lemonade’ de Beyoncé o ‘The Life of Pablo’ de Kanye West, ha reportado perdidas consecutivas desde su lanzamiento.
Finalmente, el futuro apunta a los servicios de suscripción; Netflix marcó la tendencia en películas y series y, ahora, la industria musical ha encontrado su nuevo modelo de negocio.
La industria de la música no es el único negocio o sector que se ha digitalizado para renovarse y crecer con más fuerza. Cada vez es más frecuente ver a empresas y negocios sumarse a esta era digital con el objetivo de no quedarse atrás y recibir el impulso que necesitan.
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